ATRÁS

¿QUÉ HACEN LOS ARQUITECTOS?

martes, 28 de junio de 2022
En las últimas semanas, hemos sido testigos de un sinnúmero de pronunciamientos referidos a la desacertada convocatoria del Concurso de Parques Bicentenario, que implícitamente, incentivaba la precarización laboral de los Arquitectos, promovido desde el Estado peruano. Esto ha reabierto un debate sobre el valor de la Arquitectura como profesión, así como una catarsis intensa sobre el rol que como Arquitectos hemos tenido en las últimas décadas: desinteresados y apartados como colectivo sobre nuestra propia importancia en la sociedad.
¿QUÉ HACEN LOS ARQUITECTOS?

Hace un tiempo mi hijo de tres años me preguntó a qué me dedicaba. Le conté que su papá era Arquitecto. Evidentemente, como cualquier niño de su edad, siguió insistiendo con sus preguntas: “¿y qué hacen los Arquitectos?”. Ligero en mi respuesta para un niño de su edad, le dije que los Arquitectos nos imaginábamos las casas donde vivimos, las dibujamos en un papel, las coloreamos y luego (a veces) las construimos.

En las últimas semanas, hemos sido testigos de un sinnúmero de pronunciamientos referidos a la desacertada convocatoria del Concurso de Parques Bicentenario, que implícitamente, incentivaba la precarización laboral de los Arquitectos, promovido desde el Estado peruano. Esto ha reabierto un debate sobre el valor de la Arquitectura como profesión, así como una catarsis intensa sobre el rol que como Arquitectos hemos tenido en las últimas décadas: desinteresados y apartados como colectivo sobre nuestra propia importancia en la sociedad.

La ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, que es el origen de toda esta discusión, y que promueve la filosofía de “lo más barato es mejor”, data de finales de la década de los noventa. Es decir, pasaron más de 20 años hasta que nos dimos cuenta de las implicancias de lo que había ocurrido para nuestra profesión. En todo ese tiempo, el sistema se afianzó en el Estado y en sus funcionarios, complejizándose y enraizándose de una manera profunda en la cotidianidad de las prácticas estatales.

Nosotros, en ese mismo periodo, nos banalizamos. Surfeamos la ola del boom inmobiliario y aupados por los medios quedamos relegados a un rol estético ante la sociedad, un simple “valor agregado”, más no una necesidad imperante. Por otro lado, en el ámbito académico, la endogamia disciplinar nos fue absorbiendo de tal manera que solamente nos entendemos entre Arquitectos, como ermitaños, aislados de la realidad. Salvo contadas excepciones, hoy nos cuesta permanecer vigentes.

Con estas heridas abiertas en la profesión, me pareció importante volver a esta pregunta básica y fundacional: ¿qué hacen los Arquitectos? Una pregunta sencilla pero cuya respuesta a dos décadas del siglo XXI es cada vez más compleja.

Reconozco que mi dedicación a la Arquitectura, en un estudio de diseño, es limitada en alcance. De hecho, un porcentaje muy pequeño de Arquitectos (de las decenas de miles que hay en el país) nos dedicamos a proyectar. En ese sentido, me pareció propicio ampliar la pregunta a otros cinco profesionales, quienes desde distintas posiciones se enfrentan a diferentes quehaceres en la profesión. Todos arquitectos jóvenes con un rango de edad entre 30 y 40 años, formados con la ley en mención en plena vigencia. Aquella anormalidad se convirtió en una ‘nueva normalidad’:  como si se tratase de una pandemia que no se pudo controlar. Los próximos 20 años pertenecen a esta nueva generación.

Las respuestas a la pregunta han sido realizadas (en orden alfabético) por: Elizabeth Añaños, Claudio Cuneo, Belén Desmaison, Felipe Ferrer, María Alejandra Linares y yo, Andrés Solano; quiénes las suscribimos en su totalidad. Un universo aún incipiente, pero en potencial expansión.

A diferencia de un pronunciamiento tradicional, donde un solo texto recibe adherencias individuales; este es un ejercicio de reflexión colectiva, en el que diversas voces expresan, sin editar y sin jerarquía, sus opiniones para luego recibir una adherencia conjunta. Se trata de escuchar, entender, aceptar y hacer propias las opiniones ajenas. Suscribir lo diverso y no lo singular. Así, cuando habla uno, hablamos todos.

Ver documento:  https://www.avalancha.pe/arquitectos

Publicado el: 29/07/2020